Hay algunas situaciones que nos ponen en una tesitura incómoda. Por ejemplo, cuando nos piden un favor que no deseamos satisfacer y nos encontramos entre dos opciones:
O accedemos y decimos sí sin desearlo, y dejamos que eso nos conduzca a la frustración.
O conseguimos armarnos de valor y decir no, pero entonces la culpa que sentimos es demasiado grande como para llevarla bien.
Es decir, que finalmente, hagamos lo que hagamos, lo único que conseguimos es sentirnos mal con la decisión tomada.
Causas
Existen varios motivos por los que nos resulta difícil rechazar las peticiones de los demás, incluyendo:
Miedo al rechazo: Nos preocupa que la otra persona nos considere egoístas si nos negamos.
Aprendizajes previos: A algunos nos han enseñado que decir no es de mala educación, y nos hace parecer personas crueles o malas.
Falta de habilidad: Queremos expresar nuestra negativa con empatía y sin agresividad, pero a veces lo que comunicamos es justamente lo contrario.
Experiencias desagradables propias: Es probable que alguien nos haya rechazado alguna vez de una manera poco asertiva, y esto nos dificulta decir no.
Evitar emociones desagradables: La incertidumbre de cómo gestionar la situación puede provocarnos malestar al decir no.
Cómo detectar si tengo dificultades para decir no.
Cuando te justificas en exceso o le quitas importancia. Si sueles pensar frases como: ‘no tiene importancia’, ‘en realidad me da igual’, ‘no pasa nada, total, ya estoy acostumbrado’ estás tomando como hábito soportar el malestar como un mal menor, sin importancia.
Eso hace que te sientas enfadado o decepcionado por no haberte expresado como realmente deseabas hacerlo.
Efectos de decir no
Cuando somos capaces de decir no sin culpabilidad, estamos expresando autonomía e independencia. Nos demostramos, a nosotros mismos y a los demás, que tenemos capacidad para tomar decisiones y que la sabemos usar.
Cuando no lo hacemos, tenemos la sensación de que es otra persona quien nos controla, quien toma las decisiones por nosotros.
También es posible sufrir somatizaciones por acceder a hacer cosas que no queremos hacer: dolor de cabeza, de estómago, ansiedad, etc.
Lo importante es gestionar y regular tus propias emociones entrenando esta habilidad.
¿Cómo? Se puede abogar por la empatía sin usar la manipulación. Es clave ser claros y no agresivos.
Técnica del sándwich
Utilizar esta técnica es la mejor forma de convertir un mensaje que contiene una negativa, en un mensaje que sonará de una manera más positiva. Y se trata de aportar dos conceptos positivos y uno negativo.
Un ejemplo sería: ‘Me encantaría ayudarte (positivo), pero esta vez no voy a poder hacerlo (negativo)’, sabes que lo he hecho otras veces (positivo).
Al final, lo importante es ser coherente con uno mismo. Recuerda que tenemos el derecho a decidir sobre nuestros actos, que podemos negarnos o acceder basándonos en nuestros deseos y disponibilidad, tenemos opinión y somos libres de expresarla, se puede cambiar de idea, no tenemos por qué dar explicaciones y por supuesto no tenemos ninguna obligación de hacer o decir algo si no lo deseamos.
Eso sí, siempre desde el asertividad y el respeto.